- Introducción A La Farmacología En APH: Conceptos Clave
- 1. ¿Por Qué la Farmacología es el Corazón de la Atención Prehospitalaria?
- 2. Terminología Esencial que Debes Dominar: Desglosando el Lenguaje
- 3. La Nomenclatura de los Fármacos, Tu Código de Seguridad: El Nombre Importa
- 4. Cómo Actúan los Fármacos: Introducción a Receptores, Agonistas y Antagonistas
- 5. Conceptos de Variación Individual en la Sensibilidad a los Fármacos
- Referencias
- Autor
- © Copyright, Saluya.
- John Jarbis Garcia Tamayo ⁞ @
- Aviso Médico Legal
Introducción A La Farmacología En APH: Conceptos Clave
Tiempo De Lectura Aprox: 27 min
Imagina la escena: las sirenas se desvanecen mientras llegas al lugar. La adrenalina está al máximo, pero tu mente está clara. Frente a ti, un paciente necesita una intervención inmediata, una que va más allá de un vendaje o una inmovilización. Necesita una intervención farmacológica que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. En ese momento, no eres solo un técnico; eres un clínico en el frente de batalla de la medicina de emergencias. Y tú arma más poderosa es el conocimiento.
Bienvenidos al fascinante y crucial mundo de la farmacología aplicada a la atención prehospitalaria (APH). Como colega en este camino, mi misión es entregarles las herramientas para que cada una de sus decisiones sea racional, correcta y, sobre todo, segura. Este no es un curso de memorización; es un curso de razonamiento clínico. Y todo comienza aquí, con los cimientos.
1. ¿Por Qué la Farmacología es el Corazón de la Atención Prehospitalaria?
La APH moderna ha evolucionado drásticamente. Hemos pasado de ser un servicio de «recoger y transportar» a ser una extensión vital de la sala de emergencias. Esta evolución exige un nivel superior de competencia, y en su núcleo se encuentra la farmacología.
Comprender la farmacología te permite:
- Modificar la fisiopatología: No solo manejas los síntomas; intervienes directamente en la causa del problema a nivel celular (ej. abrir bronquios con Salbutamol en una crisis asmática).
- Tomar decisiones autónomas y fundamentadas: Los protocolos te guían, pero el conocimiento te permite entender por qué un fármaco es la elección correcta y, más importante aún, cuándo está contraindicado.
- Aumentar la seguridad del paciente: Conocer los efectos adversos, las interacciones y las dosis correctas es la barrera más fuerte contra los errores de medicación.
Es importante entender, que la farmacología es lo que eleva tu práctica de técnica a clínica.
2. Terminología Esencial que Debes Dominar: Desglosando el Lenguaje
Para hablar un idioma con fluidez, primero debes entender el significado profundo de sus palabras fundamentales. En farmacología, este dominio no es un lujo académico; es un pilar de la seguridad del paciente y de la eficacia clínica. Un error de concepto aquí puede llevar a un error de juicio en el campo. Por ello, vamos a diseccionar estos términos con la precisión de un cirujano. Pensemos en esto como aprender el alfabeto antes de escribir la novela de tu carrera.
2.1. Farmacología: La Ciencia Detrás de la Acción
Es la ciencia que estudia el origen, la composición, las acciones y las propiedades que las sustancias químicas ejercen sobre los organismos vivos, especialmente con fines terapéuticos.
«Farmacología» es el nombre de todo el campo de estudio, la disciplina madre. Como toda gran ciencia, tiene ramas especializadas. Comprenderlas te da un mapa mental de dónde encaja cada pieza de conocimiento que adquirirás. Las dos más importantes para ti son:
- Farmacocinética: El estudio de «lo que el cuerpo le hace al fármaco» (ADME).
- Farmacodinamia: El estudio de «lo que el fármaco le hace al cuerpo» (mecanismo de acción).
«Farmacología Aplicada a la Atención Prehospitalaria», es una subespecialidad de la farmacología clínica, adaptada a las condiciones únicas, urgentes y a menudo austeras de tu futuro entorno de trabajo.
2.2. Fármaco o Principio Activo: El Agente del Cambio
Es la sustancia química pura, con una estructura molecular definida, que posee una actividad biológica específica y es capaz de modificar la fisiología de un organismo. En esencia, es la molécula que realiza la «misión».
Profundicemos. La palabra clave aquí es «actividad biológica específica». Esto significa que la molécula del fármaco no actúa al azar; ha sido diseñada o descubierta porque tiene la capacidad inherente de interactuar con un componente muy concreto de nuestro cuerpo (como un receptor celular, una enzima o un canal iónico) para producir un cambio predecible.
Piénsalo como el motor de un coche. El chasis, las ruedas, los asientos. Todo es importante para que el coche funcione. Pero es el motor el que genera la potencia y el movimiento. De la misma manera, el principio activo es el motor del medicamento.
Ejemplos en tu día a día en APH:
- Adrenalina (Epinefrina): Este es el nombre del principio activo. Su estructura química le permite estimular los receptores adrenérgicos (α y β) en todo el cuerpo, provocando un aumento de la frecuencia cardíaca, la contractilidad del corazón y la presión arterial. Cuando administras una ampolla de adrenalina en un paro cardíaco, es esta molécula la que está interactuando a nivel celular para intentar restaurar la circulación.
- Ácido Acetilsalicílico (AAS): Este principio activo tiene la capacidad de inhibir de forma irreversible una enzima llamada ciclooxigenasa (COX). En el contexto de un síndrome coronario agudo, esta acción impide que las plaquetas se agreguen, reduciendo la formación y crecimiento del trombo que está ocluyendo la arteria coronaria.
¿Por qué es vital esta distinción? Porque tu razonamiento clínico debe basarse en el principio activo. No importa si la caja dice Aspirina®, Adiro® o un nombre genérico. Tu mente debe pensar: «Estoy administrando Ácido Acetilsalicílico para obtener un efecto antiagregante plaquetario». Este nivel de entendimiento te permite ser un profesional adaptable y universal.
2.3. Medicamento: El Vehículo de Entrega Terapéutica
Es la forma farmacéutica final que se administra al paciente. Contiene el principio activo junto a una serie de sustancias, teóricamente inertes, llamadas excipientes.
Si el principio activo es el motor, el medicamento es el coche completo. Los excipientes son todos esos otros componentes (chasis, pintura, ruedas, sistema de combustible) que permiten que el motor sea entregado y funcione de manera segura y eficiente. Un motor por sí solo no te lleva a ningún lado.
Los excipientes no son simples «rellenos». Cumplen funciones cruciales que todo profesional de APH debe valorar:
- Dar Volumen y Forma (Vehículos y Diluyentes): Unos pocos miligramos de un principio activo serían imposibles de manejar. Excipientes como el almidón o la lactosa en una tableta le dan un tamaño manejable. En una ampolla, el agua para inyección es el vehículo que disuelve el principio activo para su administración intravenosa.
- Garantizar la Estabilidad (Conservantes y Estabilizantes): Muchos fármacos son químicamente frágiles. Algunos excipientes previenen la degradación por la luz, el aire o la temperatura. Relevancia en APH: ¿Por qué la nitroglicerina se almacena en frascos de vidrio oscuro? Para protegerla de la luz, que degrada el principio activo. El correcto almacenamiento de tus medicamentos en la ambulancia es una responsabilidad directa derivada de este concepto.
- Controlar la Liberación (Aglutinantes y Desintegrantes): En las formas orales, algunos excipientes mantienen la tableta compacta, mientras que otros aseguran que se disuelva rápidamente en el estómago para que el fármaco pueda absorberse.
- Mejorar la Aceptación (Saborizantes y Colorantes): Especialmente en medicamentos pediátricos, estos excipientes son clave para que el paciente acepte el tratamiento.
- Prevenir la Contaminación (Antimicrobianos): En viales de dosis múltiples, se añaden conservantes para evitar el crecimiento de bacterias una vez que el vial ha sido perforado.
El Concepto de Forma Farmacéutica: El medicamento se presenta en una forma farmacéutica específica (tableta sublingual, solución para nebulizar, ampolla inyectable, parche transdérmico, etc). Esta forma está intrínsecamente ligada a los excipientes y está diseñada para optimizar la vía de administración y la velocidad de acción requerida en una situación clínica. Un principio activo puede tener múltiples medicamentos y formas farmacéuticas.
2.4. Algunos Conceptos en Farmacología para Tener en Cuenta:
- Droga: Toda sustancia, de origen natural o sintético, con efectos sobre el sistema nervioso central, utilizada con fines no terapéuticos. Es cualquier agente químico que afecta los procesos fisiológicos o bioquímicos de los seres vivientes, pudiendo producir efectos benéficos o adversos. Farmacia: Se ocupa de los medios y métodos para preparar, componer y dispersar los medicamentos de manera que sean administrados de la forma más conveniente.
- Placebo: Forma farmacéutica que sólo contiene el vehículo del Medicamento.
- Toxicología: Es la rama que estudia los efectos nocivos o tóxicos de las sustancias químicas, incluyendo los fármacos. Relevancia en APH: Esta es tu guía para manejar una sobredosis, reconocer una reacción adversa grave o entender por qué una dosis terapéutica para un adulto puede ser letal para un niño. Es el estudio de «cuando las cosas salen mal».
- Farmacotecnia: Es la ciencia de la preparación y diseño de los medicamentos. Estudia cómo convertir un principio activo (polvo químico) en una forma farmacéutica estable, segura y eficaz (un medicamento). Está directamente relacionada con el estudio de los excipientes.
- Farmacognosia: Estudia el origen natural de los fármacos. Aunque hoy muchos se sintetizan en laboratorios, principios activos tan vitales como la Morfina (del opio) o la Atropina (de la planta Atropa belladonna) son un recordatorio de las raíces naturales de nuestra farmacopea.
- Farmacología Clínica: Esta es el área donde tú vives. Es la rama que aplica todos los conocimientos farmacológicos directamente al ser humano para el tratamiento de enfermedades. Se enfoca en la eficacia, seguridad y uso racional de los medicamentos en el entorno clínico.
- Fármacogenética: Es el estudio de la influencia de la genética sobre la respuesta a los fármacos que, originalmente, se centraba en las reacciones a los fármacos de naturaleza idiosincrásica familiar; hoy se interesa por las variaciones más amplias en la respuesta a los fármacos, en cuyo caso las bases genéticas son más complejas.
- Farmacoepidemiología: Es el estudio de los efectos de los fármacos a nivel poblacional. Está relacionado con la variabilidad de los efectos farmacológicos entre individuos en una misma población, y entre poblaciones.
- Farmacoeconomía: Rama de la economía sanitaria que pretende cuantificar en términos económicos el coste y el beneficio de los fármacos utilizados en terapéutica.
Dominar esta terminología no es un ejercicio académico. Es la base de tu seguridad, la de tu equipo y, fundamentalmente, la de cada paciente que confíe en ti durante el momento más vulnerable de su vida.
3. La Nomenclatura de los Fármacos, Tu Código de Seguridad: El Nombre Importa
En el entorno de alta presión de la atención prehospitalaria, la comunicación debe ser inequívoca. Un malentendido, una palabra incorrecta, puede iniciar una cascada de errores con consecuencias graves. Pensemos en la nomenclatura de los fármacos como la diferencia entre conocer el número de cédula de una persona y conocer su apodo. El apodo puede ser confuso y variar entre grupos; el número de cédula es único, universal e infalible para la identificación. En nuestra profesión, confundir los nombres de los fármacos es un peligro que no podemos permitirnos.
3.1. El Nombre Químico: El Plano de la Molécula
Describe la estructura molecular exacta del fármaco, siguiendo las estrictas reglas de la nomenclatura química internacional (IUPAC). Es el «plano de construcción» de la molécula.
Este es el nombre más preciso, pero también el más impráctico para el uso clínico. Es un lenguaje para químicos y farmacólogos en el laboratorio, no para clínicos en una ambulancia. Su propósito es permitir que cualquier científico en el mundo pueda entender la estructura exacta del principio activo y, potencialmente, sintetizarlo.
- Ejemplo con Acetaminofén (Paracetamol): Su nombre químico es N-(4-hidroxifenil) acetamida. Este nombre te dice exactamente dónde se une cada átomo de nitrógeno, oxígeno e hidrógeno en la molécula.
- Ejemplo con Diazepam: Su nombre químico es 7-cloro-1-metil-5-fenil-1,3-dihidro-2H-1,4-benzodiazepin-2-ona.
Tu perspectiva como profesional de APH: Nunca usarás este nombre para prescribir, administrar o registrar un medicamento. Sin embargo, conocer su existencia te da perspectiva. Te recuerda que los fármacos que usas son productos de una ciencia increíblemente precisa y que su efecto se deriva directamente de esa estructura molecular única. Es la «cédula de ciudadanía» científica del fármaco.
3.2. El Nombre Genérico o Denominación Común Internacional: Tu Lenguaje Universal
Es el nombre oficial, único y universalmente reconocido del principio activo. Es asignado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de su programa de Denominaciones Comunes Internacionales (DCI) o International Nonproprietary Names (INN).
Este es el nombre más importante de tu carrera. Es propiedad pública, no pertenece a ninguna empresa y es el estándar de oro para la comunicación en todas las ciencias de la salud a nivel mundial.
El poder de los «stems» (sufijos y prefijos): Una de las características más útiles de los nombres genéricos es que a menudo contienen «stems» o fragmentos comunes que te dan una pista sobre la clase farmacológica a la que pertenecen. Aprender a reconocerlos es como tener un «súper poder» farmacológico:
- -pril: Te indica que es un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), usado para la hipertensión y la insuficiencia cardíaca. Ej: Captopril, Enalapril.
- -olol: Te señala un bloqueador de los receptores beta (beta-bloqueador), usado para arritmias, hipertensión o cardiopatía isquémica. Ej: Propranolol, Metoprolol, Labetalol.
- -azepam: Te alerta sobre una benzodiazepina, usada por sus efectos ansiolíticos, sedantes y anticonvulsivantes. Ej: Diazepam, Midazolam.
- -sona: Generalmente identifica a un corticosteroide, usado por su potente efecto antiinflamatorio. Ej: Dexametasona, Hidrocortisona.
- -caína: Es la marca de un anestésico local. Ej: Lidocaína.
¿Por qué es tu lenguaje primario en APH?
- Seguridad del Paciente: Es la razón principal. Si tu servicio de ambulancia tiene la marca «Asawin®» y el hospital usa «Aspirina®», el caos es posible. Pero si tú reportas: «Paciente de 60 años con dolor torácico, se administraron 300 mg de Ácido Acetilsalicílico vía oral», la comunicación es perfecta, segura y profesional, sin importar las marcas que cada institución maneje.
- Profesionalismo y Estándar Global: Usar el nombre genérico te alinea con la práctica médica internacional y demuestra un entendimiento profundo del fármaco, no solo de la caja que tienes en la mano.
- Claridad en el Traspaso: En la entrega de un paciente al servicio de urgencias, cada segunda cuenta. Usar el nombre genérico en tu reporte verbal y escrito (en el Registro de Atención Prehospitalaria – RAPH) previene preguntas, dudas y potenciales errores de medicación por parte del equipo receptor.
3.3. El Nombre Comercial o de Marca®: La Estrategia de Marketing
Es el nombre privado, protegido por una patente y registrado (®), que una compañía farmacéutica le da a su medicamento para su comercialización.
Cuando una empresa desarrolla un nuevo fármaco, invierte millones y años en investigación. Para recuperar esa inversión, patenta el principio activo y le da un nombre comercial pegadizo y fácil de recordar. Durante la vigencia de la patente (usualmente 20 años), solo esa empresa puede vender el medicamento.
¿Qué pasa cuando la patente expira? Otras compañías farmacéuticas pueden empezar a producir y vender el mismo principio activo. A estos se les conoce como medicamentos genéricos. Pueden venderlo bajo el nombre genérico (Ej: «Ibuprofeno 400 mg, Genfar») o crear su propia marca (Ej: «Advil®», «Motrin®», «Nurofen®»). Por eso, para un solo principio activo, pueden existir decenas de nombres comerciales en el mercado.
Los peligros del nombre comercial en APH:
- Confusión por Multiplicidad: Tu ambulancia puede estar dotada con «Ventilan®» hoy y «Salbutamol MK®» mañana. Si solo conoces la marca, podrías pensar que son fármacos diferentes. Si conoces el genérico (Salbutamol), sabes que estás usando exactamente la misma herramienta terapéutica.
- Riesgo de «LASA» (Look-Alike, Sound-Alike), (Se ven parecidos, o suenan parecidos): Este es un concepto crítico en seguridad del paciente. Se refiere a medicamentos con nombres comerciales que se ven o suenan parecidos, pero que contienen principios activos completamente diferentes. Aunque los ejemplos varían por país, el principio es un riesgo universal que se mitiga usando siempre el nombre genérico.
- Variabilidad de Dosis: Un mismo nombre comercial puede tener diferentes presentaciones y dosis (Ej: Cardioaspirina® es de 100 mg, mientras que una Aspirina® regular puede ser de 500 mg). Tu atención debe estar en el principio activo y su concentración.
Para consolidar estos conceptos, veamos una tabla con ejemplos clave en nuestro contexto:

Tu identidad como profesional de la salud de alto nivel se construye sobre los cimientos de la precisión. En farmacología, esa precisión comienza con llamar a cada fármaco por su nombre universal y oficial: el nombre genérico. Haz de esto un hábito no negociable. Es tu compromiso con la claridad, el profesionalismo y, por encima de todo, la seguridad incondicional de tu paciente.
4. Cómo Actúan los Fármacos: Introducción a Receptores, Agonistas y Antagonistas
¿Alguna vez te has detenido a pensar en el verdadero milagro que ocurre a nivel molecular cuando administras un fármaco? ¿Cómo una pequeña cantidad de un líquido transparente, como la Adrenalina, puede «ordenarle» a un corazón que vuelva a latir? ¿O cómo una pulverización de Salbutamol puede «decirle» a los bronquios de un paciente asmático que se abran casi al instante?.
La respuesta no es magia, es ciencia precisa. Es un diálogo molecular increíblemente sofisticado. Los fármacos actúan como mensajeros químicos que llevan instrucciones específicas a las células de nuestro cuerpo. Para entender este diálogo, debemos conocer a los interlocutores: los receptores, y los dos tipos principales de mensajes que podemos enviar: los agonistas y los antagonistas.
4.1. El Receptor: El Objetivo Estratégico de la Misión
Imagina que cada célula de nuestro cuerpo es una fortaleza altamente especializada y segura. Los receptores son los puertos de comunicación o los paneles de control en la superficie o en el interior de esa fortaleza.
Un receptor es una macromolécula, generalmente una proteína, a la cual se une un fármaco (o una molécula del propio cuerpo) para iniciar una respuesta celular.
Es crucial entender esto: los receptores no existen para los fármacos. Existen para recibir y procesar las señales de nuestras propias moléculas: neurotransmisores (como la adrenalina o la dopamina), hormonas (como la insulina) y otros mediadores. Los fármacos son, en esencia, «imitadores» o «bloqueadores» expertos que hemos diseñado para interactuar con estos sistemas de comunicación ya existentes y modularlos a nuestro favor en una situación clínica.
Pensemos en el receptor como el interruptor de ignición de un coche. No hace nada por sí solo, pero es el punto de control esencial. Sin una llave, el coche no arranca. Dependiendo de la llave que uses, el coche arrancará o el sistema de seguridad se activará y bloqueará el motor.
4.1.1. Agonistas: Las Llaves Maestras que Inician la Acción
Un agonista es la «llave» que no solo encaja perfectamente en el interruptor de ignición, sino que también es capaz de girar y encender el motor, poniendo en marcha toda la maquinaria.
Un agonista es un fármaco que posee la capacidad de unirse a un receptor y activarlo, desencadenando una cascada de eventos intracelulares que resultan en una respuesta biológica observable.
Un agonista tiene dos propiedades fundamentales:
- Afinidad: La capacidad de unirse al receptor. La llave encaja en la cerradura.
- Actividad Intrínseca (o Eficacia): La capacidad, una vez unido, de activar el receptor y producir un efecto. La llave gira y enciende el motor.
El Agonista en el Entorno Prehospitalario: En APH, usamos agonistas constantemente para «encender» procesos fisiológicos que nos ayuden a estabilizar al paciente.
- Ejemplo 1: Broncodilatación: Un paciente con una crisis asmática severa tiene los bronquios cerrados. El Salbutamol es un potente agonista de los receptores adrenérgicos Beta-2 que se encuentran en el músculo liso de los bronquios. Al administrarlo por nebulización, el Salbutamol llega a estos receptores, se une a ellos y los activa masivamente, provocando una relajación muscular y una broncodilatación rápida y salvadora. El Salbutamol está imitando y potenciando el efecto que la adrenalina tendría en esos mismos receptores.
- Ejemplo 2: Manejo del Dolor: Un paciente con un dolor insoportable por una fractura necesita alivio inmediato. El Fentanilo es un poderoso agonista de los receptores opioides (principalmente el receptor mu) en el sistema nervioso central. Al activar estos receptores, el Fentanilo bloquea la transmisión de las señales de dolor hacia el cerebro y produce una intensa analgesia.
4.1.2. Antagonistas: Los Guardianes que Bloquean la Puerta
Un antagonista es una «llave» diferente. Encaja perfectamente en la cerradura, a veces incluso mejor que la llave original, pero no puede girar. Su misión no es arrancar el motor, sino ocupar la cerradura para que ninguna otra llave pueda entrar.
Un antagonista es un fármaco que posee afinidad por un receptor, pero carece de actividad intrínseca. Se une al receptor, pero no lo activa; su efecto se deriva de bloquear la acción de un agonista (ya sea una molécula del cuerpo o otro fármaco).
Un antagonista tiene:
- Afinidad: Sí, y a menudo muy alta. La llave encaja perfectamente.
- Actividad Intrínseca: CERO. La llave no puede girar.
El Antagonista como Freno de Emergencia en APH: Los antagonistas son nuestras herramientas para detener procesos fisiológicos que se han vuelto peligrosos. Son nuestros antídotos y bloqueadores de emergencia.
- Ejemplo 1: El Antídoto por Excelencia: Llegas a una escena donde encuentras a un paciente inconsciente, con respiración muy lenta (bradipnea) y pupilas puntiformes. La sospecha de una sobredosis de opioides (como heroína o fentanilo) es altísima. El opioide (un agonista) está sobre-estimulando los receptores opioides, causando la depresión respiratoria. Tu intervención es la Naloxona. La Naloxona es un antagonista competitivo de los receptores opioides. Al administrarla, la Naloxona viaja rápidamente a esos receptores, «desaloja» al opioide y se une en su lugar. Como la Naloxona no activa el receptor, el efecto de la depresión respiratoria cesa casi de inmediato. Has bloqueado la acción del agonista. Nota clínica vital: La Naloxona tiene una vida media más corta que muchos opioides. Esto significa que la Naloxona puede «desgastarse» y el paciente puede volver a caer en depresión respiratoria. ¡Siempre vigila a tu paciente después de administrar un antagonista!
- Ejemplo 2: Controlando el Ritmo Cardíaco: Un paciente puede estar tomando un medicamento como el Metoprolol (un beta-bloqueador) para la hipertensión. El Metoprolol es un antagonista de los receptores adrenérgicos Beta-1 del corazón. Bloquea el efecto de la adrenalina y noradrenalina del propio cuerpo sobre el corazón, resultando en una disminución de la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción. Como profesional de APH, saber que tu paciente toma un antagonista beta-bloqueador es crucial, ya que su respuesta a ciertas situaciones (como un shock) puede estar atenuada.
Para consolidar estos conceptos, veamos una tabla con ejemplos clave:

Ahora, la próxima vez que cargues una jeringa o prepares una nebulización, mira más allá del líquido o el polvo. Visualiza los millones de moléculas que estás a punto de introducir, cada una con una misión específica. ¿Estás enviando un ejército de agonistas para activar un sistema y salvar una vida, o estás desplegando un equipo de antagonistas para bloquear un proceso peligroso y revertir una catástrofe?.
Entender la diferencia fundamental entre un agonista y un antagonista eleva tu práctica. Te transforma de un simple ejecutor de protocolos a un clínico pensante que comprende la batalla molecular que se libra dentro de su paciente y sabe exactamente qué herramienta usar para ganar. Este es el verdadero poder y la profunda responsabilidad de la farmacología en la atención prehospitalaria.
5. Conceptos de Variación Individual en la Sensibilidad a los Fármacos
Como futuros profesionales de la atención prehospitalaria, es importante entender sobre dosis, indicaciones y contraindicaciones que aplican a la «población general». Sin embargo, rápidamente descubrirán que el «paciente promedio» es una construcción estadística, no una realidad en la camilla de su ambulancia. Cada individuo responde a los fármacos de una manera única, influenciado por su genética, su historial médico y su estado fisiológico actual.
Dominar los siguientes conceptos es dominar el arte de la farmacología clínica. Es saber «afinar» el tratamiento al paciente que tienes en frente, no al que describe el libro de texto.
1. Hiporreactividad e Hiperreactividad:
- Es una respuesta farmacológica cualitativamente anormal, inesperada y no relacionada con la acción farmacológica conocida del medicamento, que se presenta en un pequeño subgrupo de la población a dosis terapéuticas. Su origen es casi siempre una particularidad genética del individuo, a menudo un déficit enzimático no diagnosticado.
En la Práctica Prehospitalaria (APH): La idiosincrasia es rara, pero debes tenerla en tu «diagnóstico diferencial» cuando un paciente presenta una reacción extraña a un medicamento que no es ni un efecto secundario conocido ni una reacción alérgica típica. Por ejemplo, si administras un fármaco y el paciente desarrolla una crisis hemolítica (destrucción de glóbulos rojos) o una hipertermia maligna. No necesitas diagnosticar el defecto genético subyacente, pero sí debes:- Sospecharlo ante una reacción bizarra.
- Suspender inmediatamente el fármaco sospechoso.
- Tratar los síntomas de soporte (oxígeno, fluidos, monitoreo).
- Reportarlo detalladamente al equipo médico receptor.
2. Hiporreactividad e Hiperreactividad:
- Estos dos conceptos representan los extremos de una campana de Gauss en la respuesta farmacológica cuantitativa.
- Hiporreactividad: El paciente muestra una respuesta de intensidad menor a la esperada con una dosis estándar del fármaco.
- Hiperreactividad: El paciente muestra una respuesta de intensidad mayor y a menudo exagerada con una dosis estándar del fármaco.
- En la Práctica Prehospitalaria (APH):
- Hiperreactividad: Es común en ancianos, pacientes muy debilitados o con insuficiencia hepática/renal. Su capacidad para metabolizar y eliminar el fármaco está disminuida. Por eso, en geriatría, el mantra es «empieza bajo y ve lento» (start low, go slow). Una dosis estándar de un sedante en un anciano puede causar una sedación profunda y depresión respiratoria.
- Hiporreactividad: A menudo la verás en pacientes con tolerancia desarrollada (ver más adelante). Un paciente con dolor crónico que usa opioides regularmente será hiporreactivo a una dosis estándar de morfina. Un consumidor crónico de alcohol será hiporreactivo a las benzodiacepinas usadas para la sedación. Reconocer esto te evitará la frustración de una terapia ineficaz y te guiará a titular la dosis según la respuesta del paciente.
3. Hipersensibilidad (Alergia):
- Es una reacción adversa, impredecible e independiente de la dosis, mediada por el sistema inmunológico del paciente. Requiere una exposición previa sensibilizante (aunque el paciente no siempre la recuerde) que provoca la producción de anticuerpos (generalmente Inmunoglobulina E, IgE). En una exposición posterior, el fármaco se une a estos anticuerpos, desencadenando una liberación masiva de mediadores inflamatorios (como la histamina) por parte de los mastocitos.
- La pregunta más importante: «¿Es usted alérgico a algún medicamento?» debe hacerse siempre antes de administrar cualquier fármaco.
- Reconocimiento: Debes ser un experto en reconocer los signos de una reacción alérgica, que van desde una urticaria leve (ronchas y picazón) hasta la anafilaxia fulminante (angioedema, broncoespasmo severo, hipotensión y shock).
- Acción: El tratamiento no es solo suspender el fármaco, sino combatir activamente la respuesta inmune con Adrenalina (el fármaco de primera línea que salva la vida), antihistamínicos y corticoides.
4. Tolerancia:
Es una disminución gradual del efecto de un fármaco tras su administración crónica o repetida, lo que obliga a aumentar la dosis para conseguir el mismo efecto inicial. Es un proceso de adaptación del cuerpo.
En la Práctica Prehospitalaria (APH): Como se mencionó en hiporreactividad, la tolerancia es un concepto clave en el manejo del dolor y la sedación en usuarios crónicos. No juzgues a un paciente que te dice que su dosis habitual de opioides es alta; probablemente ha desarrollado tolerancia y la necesita. No esperes que una dosis estándar de Midazolam sedé a un paciente con alcoholismo crónico; requerirá dosis mayores.
Pseudotolerancia: Es importante distinguirla. No es una adaptación del cuerpo, sino un problema de que el fármaco no llega a su sitio de acción (ej. mala absorción intestinal).
5. Taquifilaxia:
Es una forma de tolerancia que se desarrolla de forma muy rápida, a veces después de unas pocas dosis administradas en un corto intervalo de tiempo. El efecto del fármaco disminuye drásticamente con cada dosis sucesiva.
En la Práctica Prehospitalaria (APH): El ejemplo clásico es el uso repetido de broncodilatadores como el Salbutamol durante un traslado largo o el uso de ciertos vasopresores. Si estás nebulizando a un paciente y notas que la tercera nebulización produce una mejoría mucho menor que la primera, estás presenciando taquifilaxia. Esto te indica que podrías necesitar un enfoque diferente, como añadir otro tipo de fármaco (ej. un anticolinérgico como el Bromuro de Ipratropio) en lugar de simplemente seguir administrando más de lo mismo.
6. Carcinogénesis y Teratogénesis:
- Estos son efectos tóxicos a largo plazo. Aunque no los verás desarrollarse en tu turno, tu rol en la prevención y la recopilación de información es crucial.
- Carcinogénesis: La capacidad de un fármaco (o sustancia química) para inducir o promover el desarrollo de cáncer.
- Teratogénesis: La capacidad de un fármaco para causar malformaciones en el feto cuando se administra a una mujer embarazada. (Teratos en griego significa monstruo).
- En la Práctica Prehospitalaria (APH):
- Carcinogénesis: Tu papel es de historiador. Saber que tu paciente está recibiendo quimioterapia (que a menudo utiliza fármacos carcinogénicos para matar células cancerosas) te da un contexto vital sobre su estado. Estará inmunosuprimido, será propenso a infecciones, y podría tener recuentos sanguíneos bajos.
- Teratogénesis: ¡ESTO ES DE MÁXIMA IMPORTANCIA EN APH!
- La segunda pregunta más importante: Ante cualquier paciente femenina en edad fértil (aprox. 12-55 años), debes preguntar: «¿Existe la posibilidad de que esté embarazada?».
- Un «sí» o un «quizás» cambia radicalmente tu toma de decisiones farmacológicas. Muchos fármacos, seguros para la madre, pueden cruzar la placenta y dañar al feto.
- Debes conocer los fármacos de uso común en APH que son relativamente seguros en el embarazo y aquellos que están absolutamente contraindicados (a menos que la vida de la madre esté en riesgo inminente). Este conocimiento es una responsabilidad profesional ineludible.
- En concreto, cada vez que te acerques a un paciente, recuerda que estás tratando a un individuo, no a una estadística. Observa su respuesta, escucha su historial y prepárate para la variabilidad. Este enfoque reflexivo y adaptativo es el sello de un verdadero profesional de la salud.
Para contrarrestar la Variación Individual en la Sensibilidad a los Fármacos existen tres estrategias:
- Administrar el medicamento en la dosis más baja posible.
- Administrar simultáneamente fármacos que actúan por mecanismos diferentes, pero con el mismo efecto.
- Llegar con el medicamento al lugar de acción específico.
Referencias
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